Mudtante
Mudtantes: Aventuras en el mundo del texto
Parece un contrasentido, pero las imágenes más fantásticas y las aventuras más increíbles no están en los CDs de mayor venta, sino en un juego en Internet donde el jugador está representado por un simple caracter que debe sobrevivir en mundos de fantasía llamados Mud.
En una era en que el carnaval de imágenes y sonidos desatado por la cultura audiovisual parece haber dado el golpe de gracia al ancestral libro, el Mud (Multi User Dungeon) es un elemento anómalo.
De partida, está hecho sólo de palabras, la misma materia prima de un texto tradicional. Por eso, más que un típico juego de computador, es una especie de libro interactivo, una versión virtual de los ya clásicos juegos de rol.
Las imágenes de fantasía, entonces, existen sólo en la cabeza del obsesionado jugador, sumergido en increíbles aventuras de guerreros que luchan contra dragones blancos en mundos donde hay magos, clérigos, hechizos y conjuros.
Así, esas magníficas historias se van generando momento a momento, a través de las órdenes escritas que cada jugador da a su personaje, representado en pantalla por un humilde carácter de texto.
Altamente adictivo
Hay quienes lo describen como uno de los juegos más entretenidos que se hayan inventado. Pero eso no es todo, ya que otra de sus “cualidades” es la de ser terriblemente adictivo, lo cual se demuestra con hechos tan concretos como haber llevado a perder el año académico a muchos estudiantes de ingeniería.
A primera vista, cuesta entender cómo se puede llegar a ese extremo por un simple juego. Tal vez sea porque de simple no tiene nada.
Según la visión de un ex estudiante de ingeniería que en sus tiempos se identificaba como Juglar, “el Mud es una extensión de la vida real. Tú lees lo que está pasando con una parte de ti que está metida en el juego y es como si te transportaras a un mundo virtual donde corres riesgos y tienes que tomar decisiones. Donde puedes liderar a un grupo, combatir con otros y desarrollar facetas tan variadas como la afectiva, sexual, o estratégica. Además, dentro del Mud todos se mueven en forma mucho más libre, ya que no existen las presiones sociales que los frenan en la vida real”.
Uno de sus mayores atractivos es que no sólo se compite con la máquina, sino que se interactúa con personajes manipulados por personas conectadas al mismo servidor en Internet.
Eduardo Rodríguez, un ex jugador, cuenta que “podías pasar entre cuatro y seis horas diarias jugando y muchas veces establecías rivalidades con algún amigo con el que ibas muy a la par en el juego. Entonces, si te dejabas estar, el otro tomaba ventaja y quedabas atrás”.
Lo que se valora es la experiencia y mientras más se juega, más de ésta se obtiene. Así el personaje parte desde un estado primitivo en el que debe evolucionar. “Si en algún momento, luego de meses de ardua dedicación, alcanzas el máximo nivel, llegas a dominar la esencia del juego y eres Dios” -explica Juglar.
Así, el Mud permite desarrollar ciertas aspiraciones que no siempre se pueden lograr en la vida cotidiana. “Puedes dominar gente, saber que puedes manipular a otros personajes y tienes el poder de premiarlos o castigarlos. Es como la vida real, sólo que estás dentro de un mundo distinto al verdadero”.
Visto de esa forma, ya no resulta tan extraño que para alguno sea más importante quedarse jugando una hora más (que sin darse cuenta, se puede transformar en varias) que estudiar para una prueba o asistir a una clase. Como todo fenómeno complejo, los matices impiden llegar a una conclusión tajante respecto de las influencias positivas o negativas que el Mud ejerce en sus fanáticos. Según Juglar, “no sería extraño que un sicólogo encontrara alguna patología en todo esto, pero si a futuro se utilizara este tipo de herramientas como un método de crecimiento personal, de capacitación, de desarrollo de ciertas habilidades, se podrían obtener buenos resultados. Si uno lo toma como una experiencia donde se puede vivir una vivencia controlada en un mundo que tiene otras reglas, eso ya es positivo”.
Por otra parte, el interactuar con gente que está al otro lado del planeta, amplía el mundo del que juega más allá de su horizonte inmediato. “Lo más importante -concluye- es que incentiva una capacidad de imaginar que sólo existe en los libros. Tú no ves dragones blancos, sino que los imaginas y de tanto imaginarlos, terminas por concebirlos”.
ANECDOTAS MUDTANTES
En nuestro país, el reducto inicial del Mud fue la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, tal vez porque desde los inicios de la década todos los alumnos tenían acceso a Internet. Era tanto el fanatismo, que los aficionados llegaron a constituir una nueva especie denominada “mudtantes”.
En 1992, cuando Eduardo Rodríguez era un mudtante, nadie tenía conexión a Internet en la casa. Por eso muchos iban incluso los sábados a jugar a la universidad o se quedaban toda la noche.
Aunque hoy existen algunos muds en español, la lengua oficial siempre ha sido el inglés. Para algunos, la necesidad de hacer un buen papel dentro del juego era tanta que no tuvieron más remedio que aprender a expresarse por escrito en ese idioma.