Sobre Dioses
Un pueblo que cree en si mismo tiene también su dios propio. En el venera las condiciones gracias a las cuales prospera y domina, sus virtudes. Quien es rico ansia dar; un pueblo orgulloso tiene necesidad de un dios para ofrendar. Se esta agradecido por si mismo – para esto se ha menester un dios. Tal dios debe poder beneficiar y perjudicar, estar en condiciones de ser amigo y enemigo – se lo admira en lo uno y lo otro. La castración antinatural de la divinidad,en el sentido de convertirlo en un dios exclusivo del bien, seria de todo punto indeseable en este orden de ideas. Se necesita del dios malo en no menor grado que el dios bueno, como que no se debe la propia existencia a la tolerancia y la humanidad.
¿De que serviría un dios que no conoce la ira, la venganza, la envidia, la burla, la astucia y la violencia ?
¿Que a lo mejor hasta fuera ajeno a los inefables ardores del triunfo y la destrucción ?
A un dios semenjante no se lo comprendería; ¿para que se lo tendría ?
Claro que cuando un pueblo se hunde, cuando siente desvanecerse para siempre su fe en el porvenir, su esperanza de libertad, cuando la sumisión entra en su conciencia como conveniencia primordial y las virtudes de los sometidos como condiciones de existencia, por fuerza cambia también su dios. Este se vuelve tímido, cobarde , medrosos y modesto.
Aconseja la “paz del alma”, la renuncia al odio, la indulgencia y aun el “amor” al amigo y al enemigo. Moraliza sin cesar, penetra en las cuevas de todas las virtudes privadas y se convierte en un dios para todo el mundo, un particular, un cosmopiolita…
El que en un tiempo representara a un pueblo, la fuerza de un pueblo, ahora ya no es mas que el buen dios… En efecto,, no existe para los dioses otra alternativa : o son la voluntad del poder – y mientras lo sean serán dioses de pueblos – o son la impotencia para el poder – y entonces se vuelven, necesariamente, buenos …
(Nietzsche)